Formarme en marketing fue, para mí, una sorpresa inesperada.

Me ayudó a mirar dentro. A comprender quién soy, qué ofrezco como interiorista y cómo comunicarlo desde un lugar auténtico. No se trata de vender. Se trata de poner al servicio de los demás lo mejor de ti.

No sabía quién era. Me había diluido en la maternidad, en la rutina. Y entonces, casi sin buscarlo, apareció una posibilidad: crear, descubrirme, empezar.