Una de las tareas que realicé para lanzar mi propia empresa —mi estudio de interiorismo— fue formarme en marketing.

Siempre había renegado de esta parte del mundo laboral. La palabra marketing me sonaba a algo demoníaco, algo horrible que te enseña a vender cosas que la gente no necesita, a crear problemas para luego vender soluciones.

Y sorpresa: nada más lejos de la realidad. Es cierto que el marketing mal aplicado sirve para vender motos sin ruedas, pero cuando se utiliza con conciencia, es algo completamente distinto.

Formarme en marketing ha sido, en realidad, un auténtico viaje interior. Un viaje hacia el centro de mí misma, hacia quien soy de verdad. ¿Por qué? Porque el buen marketing pretende exactamente eso: poner de manifiesto quién eres, qué eres, descubrir tu esencia, identificar tu don, reconocer tu valor. Y luego, darle forma. Poder comunicarlo de manera clara para que otras personas puedan entender qué ofreces, cómo lo haces y en qué puedes ayudarles.

La vida es un intercambio constante. Como explica Fernando Díez en su libro Ciencia y Conciencia, vivimos en una especie de compra/venta continua. Vendemos lo que somos y nos quedamos con lo que nos gusta o nos interesa de los demás. Puede sonar frío, pero es así. Si no, piensa en la última persona que conociste: ¿la integraste en tu vida por lo que te gustó de ella o por lo que no?

En la vida personal ese intercambio se da de forma natural. Nadie se “vende” conscientemente, simplemente mostramos nuestras mejores cualidades. Pero en la vida profesional, en el mundo de los negocios, hay que hacerlo de manera más determinada, ordenada y consciente.

Tienes que buscar dentro de ti, rebuscar incluso, para encontrar aquello en lo que eres bueno, aquello que te vibra de verdad. Lo que te hace ser tú y no otro. Para encontrar qué eres, qué te hace ser quien eres.

Y a partir de ahí, sintetizarlo, darle forma como un servicio —en mi caso—, y luego encontrar una manera de comunicarlo que sea fiel, honesta y clara. Expresarlo de una forma para que otras personas puedan entender qué haces, cómo lo haces y en qué puedes ayudarles.

Utilizar el marketing no para convencer a nadie. Sino para que quien lo necesita, te encuentre.

Porque no sólo se trata de trabajar.
Se trata de poner al servicio de los demás lo mejor de ti.

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